Arrancamos
Le puse al blog (es un blog esto??) el mismo título que mi largometraje de ópera prima. Que trucazo. Si total nunca la voy a filmar (ya empezaba).
Esto no es autoayuda. Esto es un descenso a la locura.
Me da vergüenza decir cuando empezó todo esto porque arranca literalmente con “Cuando volví de Europa en marzo de este año…”. Pobre niña rica, tiene todo excepto amor. Pero, en serio, empieza así. Así que, para no quedar tan mal, vamos un poco atrás.
Un racconto rápido de quién es Flor Tundis
Dios, se entiende que esto es un subtítulo?? Bueno, ya se darán cuenta que con estos textitos no voy a pretender ser Borges. Sí me encantaría ser Carrie Barwash (Bradshaw según google) y vivir de una columna semanal. O aunque sea vivir de escribir algo. Un poco esa frustración es la raíz de estas publicaciones (qué fe me tengo que no va a morir con este texto que probablemente lean tres personas, y espero una no sea mi mamá).
Un breve bio para quien no me conozca (??): me recibí de economista en la UBA, odié toda la carrera, me anoté en guion cinematográfico en la ENERC, me sentí en Hogwarts, egresé, la caída al vacío fue enorme. Todo esto lo hice trabajando. No lo digo para hacerme la sacrificada (sí) pero para poner en contexto que siempre tuve que trabajar. Y ese trabajo siempre fue en una oficina (otra vez con la lástima…). Pensé que con el título de la ENERC se me iban a abrir puertas. No se abrió ninguna. Ni una ventana. Ni una red para cucarachas.
(no googleen red de alcantarilla para cucarachas)
Así que terminé trabajando de lo que trabajan los que no saben qué hacer de su vida: en Comunicación. Al menos ya no trabajaba como economista.
Ahora el 2023 me parece la panacea
Pero no me rendí.
Seguí escribiendo y mandando guiones a concursos. Así fue que a fines de 2021 gané lo que se llamó Renacer Audiovisual; un plan del Ministerio de Cultura para reactivar la industria audiovisual después de la pandemia. Así escribí la serie documental Las tareas, sobre las tareas de cuidado (un post aparte será sobre mi vida como feminista. O no, qué sé yo, a quién le importa realmente).
Todo esto para contar que en 2023 estrené mi primera serie como autora. Y también quedé en dos concursos de desarrollo con dos proyectos de series de ficción. Hasta escribí un post en Instagram (una storie) (dios que vergüenza) diciendo que, aunque un profesor de la Enerc me había tirado abajo todas mis ideas y todo mi autoestima diciéndome despectivamente intento de Lena Dunham, estaba logrando cumplir mi sueño. Escupí para arriba.
Pero lo mas importante es que quedé con mi guion de largo en un programa de España que se llama Cima Impulsa, donde me iban a dar tutorías y financiar un viaje a España para pitchear (vender) mi proyecto de película a productoras importantes, incluyendo a Netflix (!).
Y también me gané un premio: el Lola Mora a mejor producción audiovisual con perspectiva de género por Las Tareas.
Y algo que después retomaré: me sacaron los antidepresivos. ¡Estaba bien!
Recapitulando: estrené serie, quedé en concursos de desarrolló de series de ficción, quedé en CIMA Impulsa, me dieron el alta psiquiátrica y me gané un premio. ¡Gran camino del héroe para esta oficinista!
También me separé, me robaron dos veces y se murió mi gata. Pero contemos solo lo bueno.
Lo bueno no podía durar
Ya en febrero había pitcheado (pitchear es vender una idea a otros, generalmente productores, dueños de la tarasca) los dos proyectos de serie de ficción y quedaron en la nada. Ok, se puede seguir. Faltaba lo mejor: viajar a España.
(y antes de viajar, me ghostearon no una, sino dos personas, bárbaro)
Me preparé un montón. Practiqué mil veces el pitch. Me compre un traje fucsia. Viajé. Pitchié y la gente se rio (mi largo es una comedia y se tenían que reír) (eso me dijeron en las tutorías) (igual soy graciosa). Todos me felicitaron. ¡Ahí tenés otra vez profesor de la Enerc!
Pero todo quedó ahí. Un par de productoras se interesaron: intercambiamos mails y nunca más respondieron. Netflix no eligió a nadie; no sé ni si vieron los pitchs. Guardé todo en mi valija y me enfrenté a otro desafío: viajar sola por primera vez.
Viajar sola no es para todas
Si bien en la mayoría de las ciudades que visité me esperaron y hospedaron amigos, la mayoría lo tenía que hacer sola, por supuesto: aeropuertos, traslados, turismo, hostels, almuerzos y cenas, plata y tarjetas. La buena vida.
Pero empezó a pasar: todos los días me desperté mal. ¡Ay ella sufriendo en Europa!
Pero bueno, sí. No importaba si la noche anterior la había pasado bien con amigos o extraños. Al otro día me despertaba con vacío y angustia. Solo podía salir de la cama si me tomaba un clonazepam. Y así lo hice la mayoría de los días: una ciudad, un hospedaje, un vuelo, un clona.
Volví
Y volví… a la tierra de Milei. INCAA cerrado. Cultura afuera. Estado reducido. Despidos por todos lados. Y yo, con nada. Me sentí vacía. ¿Y ahora? A mi me iba a elegir Netflix. Las cosas buenas por fin me iban a pasar a mí. Iba a dejar la oficina. Iba a vivir de escribir. Iba a… Iba a...
Pero volví a la oficina. La que no volvió fue mi salud mental. A partir de este momento me empecé a sentir mal. Muy Mal.
P.D.: No tengo nada contra los oficinistas. ¡Yo soy una! Pero quisiera trabajar en una oficina de guionistas. Algo que creo que ni existe en Argentina.
No se como ayudarte. Pero te leo y pienso que bueno todo lo que te tocó vivir. Crecer, ilusionarte, generar, producir, inspirar, probarte, viajar. Aún cuando no todo haya sido como lo esperabas. Te pasaron muchas ! A veces necesitamos un poco de estabilidad, pero tmb está bueno vivir
Seré muy fácil, pero me gusta todo lo que incluya el término "racconto". Profundizaré.