Me siento sobre estimulada
Si me siguen en substack (la página o la app) se habrán dado cuenta que empecé a usar la parte de notes casi a diario. Para quien no tenga la app (y para mi mamá si me lee): es como la sección tuitera de subtack. Ponés pensamientos, chistes, citas, textos, resubstackeas ensayos que te interesaron. Das like y comentás. Por favor, denme like, síganme, comenten, resubstackeeenme. Demuéstrenme amor.

Usar esta sección atrae seguidores. Dupliqué más del doble de mis suscriptores gracias a eso. ¡Seguime, pagame en dólares y te cuento cómo ser exitosx en Susbtack! Yo lo digo a modo de chiste, pero hay un montón de yanquis en la aplicación que lo dicen en serio; escriben notas de como generar más público, a las que solo accedés pagando una suscripción en dólares. Ojo, a ellos les va mejor que a mí. Bueno, a quien no le va mejor que a mí *suena violín dramático*.
Cuestión que toda esta introducción es para decirles que leí este ensayo, que me apareció en notes, sobre el uso del celular, que pone en palabras muchas de las cosas que pienso a diario sobre estar constantemente con acceso a internet. Como nos acorta la capacidad de atención, la capacidad de recordar cosas, como nos hace re chequear cada cosa que decimos o escribimos; confirmar algo con google es tan fácil que ya es una costumbre usar el buscador todo el tiempo para chequear y re chequear, por ejemplo, si escribí bien la palabra decepción. O Shakespeare (me arriesgo a que se escribe así, no voy a ser más tu esclava google.com). O cual es la capital de Bélgica (¿Sofía?). O chequear toda la gramática de este texto con chat gpt. O buscar todo el tiempo sentir algo: leer algo gracioso en tuiter, ver algo nuevo en tik tok. Tener likes en todos lados. Nuestro cerebro se acostumbró a la dopamina fácil.
Quiero mi dopamina y la quiero ahora.
Me siento tonta
Ya se habrán dado cuenta que tengo baja autoestima y una necesidad constante de tirarme abajo y darme con un látigo. No se preocupen, lo estoy tratando (mentira, preocúpense, pregúntenme como estoy, llénenme de elogios, QUIERANME, DIGANME QUE LES GUSTA LO QUE ESCRIBO). Pero lo que quería decir es que el celular me hace sentir estúpida todo el tiempo. No puedo ir a ninguna lugar sin chequear 20 veces google maps. ¿Cómo hacía cuando lo único que tenía a mano era la guita T? Nota: para los jóvenes y/o extranjeros que me lean -si me están leyendo de afuera de Argentina o desde Córdoba digan hola- la guita T era un librito, con el mapa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde buscabas el cuadrado de la ciudad a dónde querías ir y te fijabas qué colectivo te dejaba desde el cuadrado dónde estabas. Al final tenías una lista de las líneas de colectivo para ver las calles que agarraba cada uno. Porque veías que colectivos pasaban por ahí, pero no en qué calles paraban ni nada. Qué vieja me siento diciendo como funcionaba la Guita T.
Ahora no solo tengo google maps para fijarme las calles y qué colectivo, subte o tren me deja en Cabildo y Juramento, si no que está la aplicación cuando subo que te dice a qué hora pasa el colectivo que te querés tomar por la parada mas cercana a tu casa. Me resulta inconcebible (chequeé si esto lo escribí bien) salir a tomarme un colectivo sin abrir la app Cuando Subo. Siento que salgo a la calle desnuda. Además, no solo me fijo antes de salir; voy chequeando todo el tiempo cuándo y dónde me tengo que bajar. Así y todo, a veces me paso de estación o parada. Lo dicho, me siento tontísima.
Me siento nostálgica
No quiero convertirme en esas personas que hablan todo el tiempo de ser más treinta o del pasado como si tuvieran 80 años. Pero quería contar algo del teléfono fijo a cuento de que mi primo de 28 años (siete años mas chico que yo, al límite millennial de ser gen z) como hacía en el secundario sin celular. Pendejo irrespetuoso.
¿Qué qué hacía? Usaba el teléfono fijo y, en los últimos dos años, los SMS del celular. Con mi amiga Ana Paula nos llamábamos antes de salir de nuestras casas para establecer a qué hora se tomaba cada una el colectivo 111 para subirnos al mismo coche en nuestro de ida al colegio. Ella se subía 5 paradas después que yo. Si venía más de uno seguido estábamos en problemas. También hablábamos por teléfono después de clase para comentar chismes y dudas de las tareas que había que hacer. No alcanzaba con las horas de clases, las horas extracurriculares e ir y volver juntas en el 111. Ay, las amistades adolescentes sin celular. Los gen z nunca sabrán como era que tu papá se enoje porque estabas mucho tiempo hablando por teléfono fijo porque después iba a venir mucha plata en la factura telefónica. Ni hablar que no andaba cuando nos conectábamos unas horas a internet.
Ay no, ya soy de esos insoportables que hablan del pasado con nostalgia y del presente diciendo “LOS CHICOS DE AHORA NO SABEN NADA, LA GENERACIÓN NUEVA ESTÁ PERDIDA”. Igual sí.
¿Me siento positiva?
La modernidad también tiene cosas buenas. Ayer, por ejemplo, estaba viendo de anotarme con una comediante a un curso de stand up de verano. Quedaba cerca de mi casa. Día y horario que podía. Bien. En una de esas, se me ocurre entrar a su tuiter (había visto la publicidad de su curso en Instagram). MENOS MAL. La tenía bloqueada. Obviamente no me acordaba por qué (como mujer y feminista de las redes, tengo el block fácil, me dicen gorda, feminazi y pelotuda aunque tuitee “Qué lindo día!!). Me fijo y la chica en cuestión retuiteaba no irónicamente a la libertaria Lady Market, usaba la expresión “lagrimas de zurdo”, todos sus tuits eran de resentida y, lo peor de todo, no era graciosa. Este chequeo lo hago también cuando macheo con alguien en okcupid. Yo pido el Instagram no solo para constatar que sus fotos no mientan; me fijo que sea maso menos normal, que no de cringe, si tenemos gente en común y, principalmente, que no siga cuentas de derecha tipo lalibertadavanza2024, soldadosdeadorni o a coherenciaporfavor. Decubrí que mi profe y dueño del gimnasio al que voy sigue cuentas así, pero bueno, es barato y cerca de casa. Igual voy poco, para qué mentir.
Me siento presa
No puedo escapar. Estoy en todas las redes. Soy primero y, más que nada, tuitera, pero miro tiktok a la noche, las stories de instagram impulsivamente a cada rato, pongo los libros que leo en goodreads, las películas que veo en letterboxd, tengo un instagram paralelo, donde recomiendo películas con perspectiva de género y promociono mis cursos de guion. Entro a diario a Linkedin a ver ofertas de trabajo de las que nunca me llaman. Tengo bluesky por las dudas. Ahora también la app de substack para publicar notes para sumar seguidores. Chequeo gmail constantemente para que los mails que dicen que subí seguidores acá me den dopamina. Y para comprobar que nadie nunca me contacta para ningún trabajo. Tengo todas la billeteras bancarias (mercado pago, modo, buepp, cuenta dni) para no perderme ningún descuento (entro a los negocios directamente preguntado CON QUÉ HAY DESCUENTO HOY). Uso diariamente whatsapp Y telegram. No, no uso telegram para drogas.
Todo lo que pienso, hago y digo tiene que pasar por una aplicación. No tengo obsesión con subir foto de cada cosa que hago o cada evento social al que asisto, pero porque me pone muy nerviosa exponer mi imagen. No toleraría pensar que alguien me ve gorda, fea, fracasada, poco aesthetic, poco graciosa, poco ocurrente. Que descubran que no soy espontanea, despreocupada, linda sin esfuerzo, cool, naturalmente sociable. La persona mas copada que viste en tu vida. Que descubran que soy una más del montón.
Me siento ahogada
No hay día que por un minuto no piense “quiero borrarme todas las redes sociales”. “Quiero irme a vivir a un pueblo remoto, cambiar mi vida, que nadie sepa más de mí, tener un trabajo simple, casarme y tener hijos, dejar de tener aspiraciones artísticas”. “Quiero ser misteriosa”.
Nunca me duran mis vacaciones de las redes. Soy como el típico chiste: “Bueno, para preservar mi salud dental, voy a estar offline un tiempo. Nos vemos en tres minutos”. La vez que estuve un mes sin tuiter, cuando estaba en mi crisis mental y licencia psiquiátrica el año pasado, me hice un tuit paralelo para seguir viendo y tuiteando cosas íntimas.
Y mas allá de lo que escribo yo acá, en tuiter o instagram, tengo, obviamente, FOMO. Miedo de quedarme afuera. Que de alguna manera alguien hable sobre mi y yo no lo sepa. Quedarme afuera de alguna noticia importante. No haber aprovechado para hacer un chiste, tener un tuit viral y atraer seguidores. Dejar afuera un trend de tik tok que me viralice y me de a conocer. No enterarme de algún chisme. Que alguien difunda una búsqueda laboral de mi perfil y no aplicar. Perderme una convocatoria de guion. Perderme de ser ocurrente.
Tengo miedo de no ser nadie en internet.
Tengo miedo de no ser nadie.
**Este ensayo no pasó por la corrección gramática y ortográfica de chatGPT
El medio es el mensaje, querida flor. No es nuestra culpa la dependencia al teléfono. Primer paso para combatirlo: darnos cuenta.
Interesante opinión crítica respecto al mercado yanki, qué manipula la necesidad de reconocimiento publico en plataformas virtuales. Pronto pienso escribir un breve ensayo respecto a esa temática. Saludos