La última vez que te quisieron de verdad
Hoy: un cuento viejo, corto y melancólico sobre el amor
En el medio de un recital se te cruza preguntarte cuándo fue la última vez que te quisieron de verdad. Estás en un lugar oscuro, de moda y, por supuesto, caro. ¿Te querrán otras veces así? La comida es raw lo que quiere decir que te va a salir un ojo de la cara algún hongo hecho a la plancha con tahini y que no va a llenar tu estómago deprimido. Cuando eras chica te diagnosticaron eso: estómago deprimido. A Ella le hacía reír esa historia, con esa risa tan linda y auténtica que te hacía sentir especial. Pero esa es otra historia, la del estómago depresivo y la curandera, es para otro día.
Te duele un poco el pecho y te ahogás; no te falta el aire, te sobran lágrimas que no podés soltar por los antidepresivos. Se apagan las luces, se abre el telón y empieza la música. Suena bastante mal. Pero no podés decir nada: toca la banda de tu amigo. O mejor dicho, toca la banda del hermano de tu amigo. Ya te pegó haber mezclado gin tonic con cerveza y tener el estómago vacío por comer solo dos empanaditas de copetín y dos bolas de arroz con queso. Con ella ibas a comer a lugares caros, sí, pero que valían la pena. Valer la pena es una frase de mierda igual. Tratás de mantenerte en el espacio y lugar (mindfulness, mindfulness) y enfocás en el guitarrista. El hermano de tu amigo es lindo; un día me voy a chapar a tu hermano. Igual no lo decís en serio, es demasiado parecido a él. Y a él lo querés mucho, pero no románticamente. La bisexualidad y ser promiscua tienen límites.
Sacudís la cabeza. Tratás de no irte por tus pensamientos otra vez; practicás estar presente (mindfulness, mindfulness). Ah, pero seguís en el recital y no entendés ni una palabra de lo que dice la cantante. Ya es como la quinta o sexta vez que escuchás esta banda en vivo y no te sabés ningún tema. Decidís disociar adrede, total quien se va a dar cuenta en medio de la muchedumbre. Nadie te presta atención (como ella).
Sentís que estás en una película, tu alrededor se esfuma, quedás solo vos con los ojos en blanco y la pantalla funde a negro. A cuadras de acá, de este recital, de este complejo, están vos y ella; es verano y esperan el 65. ¿Este verano o el anterior? Dos veranos pasaste con ella. Dos veranos y dos semanas, porque las dos semanas en Colombia fueron muy verano. ¿Hubieras demorado más la charla final si sabías que un mes después ibas a extrañarla en el artlab, media lab, o como se llame, un sábado del fin de semana largo de semana santa? Quizás. La noche anterior fue la última vez que te abrazaron en serio. La noche antes del final.
Alguien te sacude y abrís los ojos sobresaltada. Tu amigo te mira preocupado: estás tirada en el piso. Al final sí te faltaba el aire. Le decís a tu amigo que no te pasa nada, que te sofocó la cantidad de gente y el humo de cigarrillo, aunque nadie está fumando y sobra lugar como para que entren todas las personas que te decepcionaron en la vida. Auch. Te parás, simulás estabilidad y contenés las lágrimas. No podés llorar acá; te da cosa que te pregunten por qué llorás y tener que explicar que este verano, o el anterior, a unas cuadras de acá, con ella, pero no en Colombia, esperabas un colectivo al que nunca subieron porque la parada estaba mal.
Lo esperamos mucho, pasó y no paró, ¿Entendés? Lo esperamos para nada. Y ahora tenés miedo de olvidar la sensación de la última vez que te quisieron de verdad.
Vaya, fue un relato que me hacía perderme un poco pero…Justo esa confusión es la que me permitió sentirte en tu propia confusión y desolación. Gracias por compartir💖
El 65 siempre hace peor cualquier situación, especialmente recuerdos.